El Inconsciente Humano y la Oratoria

Publicado el 5 de diciembre de 2025, 21:09

Fue a inicios de este año cuando, en un intercambio de misivas con Mónica Carrillo —una extraordinaria psicoanalista de la CDMX— acordamos sesiones en línea para trabajar temas de oratoria. Esas sesiones terminaron convirtiéndose en una verdadera alquimia del conocimiento, y fue precisamente en una de ellas donde surgió algo que considero vital para el arte de la palabra y que, al día de hoy, se ha consolidado como uno de los pilares más sólidos de la Academia Empoder-Arte: el análisis del inconsciente y su impacto en la oratoria.

Al inicio de estas sesiones, mis conocimientos sobre psicoanálisis se reducían a un libro que resumía la obra de Freud —que, cabe mencionar, compré en un puesto de periódicos— y a un apartado leído en la preparatoria en El mundo de Sofía. Es decir, realmente no sabía nada. Porque cuando hablé con Mónica, su discurso, además de elocuente, me arrojó a una tesis que durante muchas noches no me permitió dormir tranquilamente; bueno, siendo honesto, desde entonces no me deja en paz.

Su afirmación fue reveladora: el inconsciente humano toma decisiones por nosotros, desde la ropa que elegimos y la comida que pedimos en un restaurante, hasta la elección de nuestra pareja. Aquello me dejó perplejo. Empecé a notar al inconsciente hasta en mis sueños (este fue un chiste), lo veía hasta en la sopa, y de eso tengo muchas anécdotas, pero no siendo este el espacio para contarlas, y pensando siempre en cómo esto puede aportar valor a la Academia, me condujo a una reflexión más profunda: comprender cómo el inconsciente influye y cómo funciona dentro de la oratoria.

No por nada el miedo a hablar en público está en el DSM y se llama glosofobia.

Un día, al verme tan preocupado y con mis teorías conspiranoicas, Mónica me dijo: “Adelfo, no sé si esto amortigüe tu pena o la haga más grande, pero debo decirte que en el inconsciente también están los tesoros más valiosos del ser humano”. Aquello, por supuesto, me motivó enormemente, ¡no todo era una tragedia! Desde ese día, quise vincular estas afirmaciones con el propósito de la Academia Empoder-Arte: sostener que en la búsqueda del empoderamiento, una vez que domemos aquello que en el inconsciente nos detiene, podremos liberar también la belleza de nuestro pensamiento. Y eso, sin duda, me hizo llenar el alma de ilusiones.

Este año, sin duda, ha sido una sacudida de conocimientos, descubrimientos y emociones, y creo que la más fuerte de todas vino de Mónica. En estas últimas semanas, ella ha bromeado conmigo sobre Sócrates y la cicuta, y, pensando en ello, me he imaginado lo tranquilo que debía de estar el inconsciente de Sócrates antes de su muerte. Entonces pienso: un orador con ese nivel de control es, simplemente, inquebrantable.

Y sí, con esa misma calma, hace unas semanas yo también me tomé mi cicuta… pero esa, claro, es otra historia. 

-Adelfo Borja